Carta de una psicóloga a una doctora “dizque de mal carácter”
Estimada Luisa:
El día de ayer, después de que te
fuiste, me dirigí a la librería a buscar alguna cosa nueva que pudiera
disfrutar este fin de semana largo. Aprovechando la vuelta, me metí a la
sección de libros infantiles para ver si encontraba algún material que se
sirviera para trabajar con los más pequeñitos que vienen a mi consulta. Ahí
encontré un libro que se llama “Soy un dinosaurio”. El texto trata de un
tiranosaurio rex que es muy grande, por alguna razón que no conocemos, él vive
en el mundo de los humanos y tiene algunos problemas; por ejemplo, es muy
grande para subir al autobús escolar, siempre termina reventando el uniforme y para
jugar escondidillas no es muy bueno, porque, aunque se ponga atrás de los muebles
siempre lo ven.
Este gran pequeño tiene su propio
idioma, el que heredó de su familia, por eso cuando conoce alguien nuevo hace: rawr, como diciendo “hola mucho gusto”,
pero la mayoría de las personas, salen despavoridas ¡ha habido un problema de
comunicación!
En fin, te escribo esto porque me
recordó un poco lo que estuvimos conversando: ¿Será que te pasa algo similar a
este personaje? Porque cuando señalas los errores cometidos en el trabajo a las
enfermeras y otro personal, tu intención siempre es dejar clara la importancia
de hacer las cosas bien y lo mejor que se pueda, pues de esto depende la vida
de los bebés, sin embargo a veces parece como que los regañas.
Pienso que tienes muy presente
que el tipo de pacientes que atiendes son los más vulnerables de todos, me
quedo pensando que si hubiera una escala de vulnerabilidad, los neonatos están
hasta arriba de todos los humanos, y de los neonatos, aquellos que están
enfermos son los que están hasta arriba, por eso es fundamental que tu trabajo
y el de quienes atienden a esta población sea realizado con excelencia,
conciencia y gran ética.
Después de que platicamos, me
quedo tranquila sabiendo que hay médicos responsables que desmitifican la mala
imagen que se tiene del servicio de salud público, pues dan lo mejor de sí, aunque
les implique horas extras de trabajo y el manejo de emociones al enfrentarse
con la vulnerabilidad, la enfermedad y la muerte.
Volviendo al tema de la comunicación
con el personal que tienes a cargo, pienso que al señalar los errores que
cometen, se corre el riesgo de que les llegue el mensaje “eres incompetente” en
vez de: “es importante hacer este trabajo con cuidado, compasión, profesionalismo
y orientado hacia la virtud, porque las profesiones sanitarias tienen como
objetivo contribuir al bienestar de las personas, acompañando al paciente a la
preservación y restauración de su salud hasta donde se pueda y cumpliendo la
máxima “primum non nocere”.
Después de la reflexión, me
despido preguntándote ¿Hay veces que el mensaje llega bien? ¿A qué lo
atribuyes? ¿Te gustaría conversar sobre eso?
En fin, por ahora es todo y para
seguir la conversación te adjunto los textos que te prometí, un abrazo.
María Cedillo
*El nombre ha sido cambiado para preservar la confidencialidad.
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